CHILE
Una tragedia de explotación infantil ha sacudido a la opinión pública en Chile y Bolivia. Una niña boliviana de tan solo 8 años fue vendida por su propia abuela para trabajar como sirvienta en un campamento en la Región de O’Higgins, Chile. La menor fue sometida a trabajos forzados, abusos físicos y privaciones alimenticias, viviendo en condiciones inhumanas hasta que su sufrimiento fue finalmente descubierto.
Según un revelador reportaje de T13, la niña fue vendida en Bolivia por 350 mil pesos chilenos (aproximadamente 400 dólares) a una pareja de compatriotas bolivianos, quienes la llevaron a Chile con la intención de explotarla en un campamento en Rengo, en la orilla del río Claro. Desde su llegada, la pequeña se vio obligada a trabajar desde las 4 de la mañana, realizando tareas domésticas bajo amenazas de castigos brutales: golpizas, privación de comida e incluso noches enteras a la intemperie.
Afortunadamente, gracias a la valentía de una vecina que no toleró más el abuso, la niña fue rescatada por Carabineros en julio del año pasado. Hoy, tras su rescate, se encuentra a salvo en un hogar de menores, recibiendo el apoyo y cuidado que necesita para superar esta tragedia.
Pero este caso no termina aquí. Los responsables de este crimen atroz deben pagar por sus actos. La abuela de la niña, quien la vendió, fue detenida por trata de personas con fines de servidumbre. Sin embargo, la red de trata que explotó a la pequeña aún está siendo investigada, y las autoridades están trabajando para identificar a todos los culpables.
Este caso pone de manifiesto una grave realidad: el tráfico de personas y la explotación infantil son crímenes que no podemos ignorar.