El municipio de Quirusillas, en los valles cruceños, vive una situación crítica tras el desborde de su río debido a las intensas lluvias registradas durante el fin de semana. Las aguas avanzaron más de 30 kilómetros, inundando sembradíos de maíz y frejol, lo que ha provocado graves pérdidas económicas para los productores locales, quienes ahora piden ayuda urgente a las autoridades.
El desborde no solo alteró el cauce del río, sino que también dejó una estela de devastación en comunidades como Hierba Buena Civil y Hierba Buena Militar, entre otras. Los agricultores afectados, que dependen de sus cosechas para el sustento diario, enfrentan un panorama incierto. “Estamos perdiendo hectáreas de cultivos. No podemos calcular aún el alcance del daño, pero necesitamos maquinaria para instalar defensivos antes de que el agua siga avanzando y destruya más áreas”, expresó uno de los comunarios perjudicados.
Además del impacto directo en las zonas agrícolas, la crecida amenaza a otras comunidades cercanas como Mairana y Samaipata, que también podrían experimentar consecuencias si las lluvias persisten y el nivel del río continúa subiendo.
La situación ha encendido las alarmas entre los productores, quienes temen que las pérdidas sean irreparables si no se toman medidas de emergencia. Entre las principales demandas se encuentra el envío de maquinaria pesada para reforzar las defensas del río y evitar que las aguas sigan extendiéndose, así como apoyo financiero para paliar las pérdidas sufridas por los agricultores.
Sin embargo, hasta ahora la respuesta de las autoridades ha sido limitada. Los comunarios exigen mayor atención gubernamental, argumentando que estas inundaciones no solo afectan la economía local, sino que también podrían impactar el abastecimiento de alimentos en la región, ya que cultivos como el maíz y el frejol son fundamentales para la canasta básica.
Mientras tanto, el panorama se complica para las familias afectadas, que ven cómo el agua no solo arrasa sus cultivos, sino también su esperanza de recuperación inmediata. Con un clima impredecible y lluvias que aún podrían intensificarse, el temor a nuevas crecidas mantiene en vilo a toda la región. Los afectados piden a las autoridades que actúen con rapidez para evitar que el desastre se agrave, mientras confían en que la solidaridad de los bolivianos pueda marcar la diferencia en estos momentos de crisis.
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