Un grupo de reclusos de la Cárcel Judicial de Valledupar, Colombia, desató polémica tras compartir en vivo, a través de Facebook, una fiesta dentro del penal. En las imágenes, que rápidamente se viralizaron, se observa a los internos bebiendo licor, escuchando música a alto volumen y exhibiendo teléfonos móviles, objetos cuya posesión está estrictamente prohibida en prisión.
Este hecho puso en evidencia las deficiencias en los controles de seguridad del penal. La subdirectora de la cárcel, Diani Sánchez, admitió que el ingreso de celulares sigue siendo un problema recurrente, ya que los internos reciben paquetes arrojados desde el exterior, conocidos como “pelotas” o “bolas”, los cuales contienen dispositivos y otros artículos ilegales.
El alcalde de Valledupar, Ernesto Orozco, calificó el incidente como “inadmisible” y exigió una investigación inmediata para identificar a los responsables y reforzar los controles dentro del penal.

El escándalo ha reavivado el debate sobre la corrupción y la falta de control en las cárceles colombianas, donde reclusos continúan burlando las normas con facilidad. ¿Se tomarán medidas concretas o quedará en un simple llamado de atención?