Teresa, una mujer de 67 años residente en el barrio Venezuela de Santa Cruz, vive sumida en el dolor tras ser víctima de agresiones repetidas por parte de su propia hija.
“No puedo dejar de llorar al pensar que mi hija es capaz de tratarme así. Solo quiero justicia y que aprenda a respetar”, declaró entre lágrimas.
El conflicto familiar habría escalado tras una discusión, desencadenando episodios de violencia física que se venían repitiendo desde hace tiempo.
Según una familiar cercana, los ataques incluyen desde arañazos hasta agresiones con objetos como trapos mojados y sillas, lo que ha generado un clima de temor por la integridad de Teresa.
Las autoridades ya han recibido la denuncia y la hija agresora enfrenta un proceso judicial.
Este caso evidencia la urgente necesidad de proteger a las personas mayores de la violencia intrafamiliar y garantizar que los culpables enfrenten las consecuencias de sus actos.
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