QUIMOMÉ – SANTA CRUZ
La comunidad exige justicia. El cuerpo de la menor fue exhumado sin autorización y hallado entre matorrales en circunstancias que agravan el dolor de su muerte. Las autoridades aún no dan respuestas claras.
Un caso profundamente alarmante ha sacudido a la comunidad de Quimomé, ubicada en la ruta hacia San José de Chiquitos. Una adolescente de 16 años, conocida por su dedicación a los estudios y apreciada por todos en el pueblo, fue encontrada sin vida el pasado 1 de junio. El deceso fue registrado como un aparente suicidio, y aunque no se conocieron las causas exactas, su fallecimiento generó una sentida despedida por parte de los vecinos.
Pero lo más estremecedor ocurrió días después. El viernes 6 de junio, cuando los padres de la joven acudieron al cementerio para visitar su tumba, se encontraron con una escena impactante: el ataúd estaba fuera del nicho. De inmediato dieron parte a la Policía.
Tras una búsqueda en los alrededores, el cuerpo de la menor fue hallado entre los matorrales, semidesnudo y en condiciones que hacen presumir un posible abuso sexual. El hallazgo ha conmocionado profundamente a la población.
En medio del dolor, la familia, afectada por limitaciones económicas, decidió no trasladar el cuerpo a la ciudad de Santa Cruz para una necropsia. Por ello, la menor fue nuevamente sepultada en su comunidad. A pesar de la gravedad del hecho, hasta el día de hoy no hay respuestas oficiales ni avances en la investigación.
“La indignación es total. Nos sentimos impotentes. No puede ser que una niña muera, y después profanen su cuerpo y lo arrojen así, como si no valiera nada. Necesitamos justicia”, declaró uno de los pobladores.
La comunidad de Quimomé exige que el caso no quede en el olvido y piden a las autoridades nacionales que intervengan de inmediato para esclarecer los hechos, identificar a los responsables y hacer justicia por la menor.
Este caso, que mezcla presunto suicidio, profanación de tumba y posible agresión sexual, merece una investigación exhaustiva y transparente. El silencio oficial solo alimenta la desconfianza y el dolor de una comunidad que ya ha perdido demasiado.