El acceso a la salud en Santa Cruz se ha convertido en una odisea para cientos de personas. Cada noche, largas filas de pacientes se extienden en las puertas de los hospitales públicos, donde la espera se vuelve una prueba de resistencia. El Hospital del Plan 3.000 es uno de los más afectados por esta crisis.
Desde la madrugada, se observan a hombres, mujeres y ancianos soportando el frío y la incertidumbre, en busca de una ficha que les garantice atención médica. Algunos llevan mantas y se acomodan en los pasillos, resignados a pasar la noche en condiciones indignas.
“Nos toca aguantar. No hay otra opción”, lamenta un ciudadano que, con el rostro marcado por el cansancio, relata su lucha diaria por ser atendido. Otro hombre, que ha esperado más de 12 horas, expone su indignación: “Si no venimos a dormir aquí, no conseguimos turno. Y cuando no es la falta de médicos, es una huelga. Así muchos terminaremos muriendo sin atención”.
Esta crisis sanitaria, lejos de ser un problema reciente, se ha agravado por la escasez de personal, la falta de insumos y los constantes paros médicos. Mientras tanto, los pacientes siguen siendo los más afectados, atrapados en un sistema colapsado donde la espera puede costarles la vida.