El Vaticano dio un paso clave este viernes hacia la elección del próximo líder de la Iglesia católica: operarios comenzaron a instalar la emblemática chimenea en el techo de la Capilla Sixtina, desde donde, en pocos días, el mundo sabrá si hay o no un nuevo pontífice.
El cónclave, que inicia el 7 de mayo, reunirá a los cardenales electores tras el fallecimiento del papa Francisco. Su misión: elegir al sucesor que guiará a más de 1.300 millones de católicos alrededor del planeta.
La chimenea, símbolo inconfundible de este proceso, será el medio por el cual se comunicará el resultado de las votaciones: humo negro si no hay consenso, humo blanco si hay un nuevo Papa. Cada señal es producto de una precisa mezcla química que acompaña la quema de papeletas tras las rondas de votación.

La última vez que este sistema fue activado fue en 2013, cuando el humo blanco anunció la elección de Jorge Mario Bergoglio como papa Francisco. Ahora, una nueva historia está por escribirse en el corazón del Vaticano.