El deterioro de la producción agropecuaria en Bolivia ya no es una amenaza futura, sino un hecho que golpea al sector productivo nacional. Así lo advirtió Klaus Frerking, presidente de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), tras conocerse el reciente informe de la ONU que alerta sobre el riesgo de hambruna en el país.
Frerking reveló cifras preocupantes: en Cochabamba, la carga de pollitos bebés se redujo a un tercio; las industrias procesadoras de leche recogen 25% menos del producto; en Santa Cruz, la producción de leche cayó en 200.000 litros diarios y no se sembraron 40.000 toneladas de trigo esta temporada.
“Lo que vivimos los productores es incertidumbre total. Ya no pensamos en cómo producir más, sino en a qué surtidor amanecer para conseguir diésel y poder trabajar. No hay incentivos reales para producir alimentos”, lamentó.
El titular de la CAO atribuyó esta crisis a políticas erradas aplicadas durante dos décadas por el Gobierno, que —según dijo— destruyeron la confianza para invertir, debilitaron la producción nacional y permitieron los avasallamientos de tierras productivas.
Frerking insistió en que es urgente aprobar el uso irrestricto de biotecnología en todos los cultivos, al señalar que Bolivia quedó rezagada frente a sus países vecinos por no modernizar sus procesos productivos. Denunció además que la devaluación del boliviano elevó en 170% el precio de los insumos importados, generando escasez y un aumento de costos que se trasladará al consumidor final.
“El modelo agropecuario impuesto fracasó. No se puede manejar la producción desde un escritorio. Necesitamos medidas serias, sostenibles y pensadas para garantizar la seguridad alimentaria del país”, enfatizó.
El informe de la ONU advierte que Bolivia enfrentará un agravamiento de la inseguridad alimentaria entre junio y octubre de este año, afectada por la inflación descontrolada, la caída de reservas internacionales y la pérdida del poder adquisitivo de las familias bolivianas.
